Jaime Lillo. Director ejecutivo del COI
El COI está revisando las normas de calidad y comercio del aceite de oliva a nivel mundial. ¿Qué cambios concretos se esperan y cómo impactarán en productores, comercializadores y consumidores?
Uno de los principales objetivos del COI es la armonización de las normas internacionales y nacionales con el fin de mejorar la calidad de los productos oleícolas, favorecer los intercambios comerciales equitativos, prevenir posibles fraudes y proteger al consumidor. Para ello, el COI participa muy activamente como organismo intergubernamental observador en los comités del Codex, ISO, UE, etc.
El COI es el organismo de referencia en la normalización de los productos oleícolas y es el encargado de administrar el Acuerdo internacional de Naciones Unidas de aceite de oliva y aceitunas de mesa. Las normas del COI son normas comerciales internacionales que se elaboran de manera científica y consensuada, estudiando, analizando y validando los métodos de análisis y estableciendo los límites de cada parámetro. Se basan en datos científicos objetivos, desarrolladas en colaboración con los más destacados expertos internacionales y buscando el consenso entre los países.
El COI revisa y actualiza continua y rigurosamente las normas de aceites de oliva y aceitunas de mesa, teniendo en cuenta los avances científicos y tecnológicos, así como el cambio climático y cualquier factor que pueda influir y/o alterar la composición y los factores de calidad y autenticidad que caracterizan el producto. Cualquier cambio se basa siempre en resultados de estudios, investigaciones científicas y datos objetivos analizando los factores que pueden influir en cada campaña, asegurando que no son puntuales y que se mantienen a lo largo de los años. Cada revisión se realiza a través de la información facilitada por los países (cuestionarios, estudios, muestras y datos científicos), que es debatida en los grupos de expertos especializados en cada campo. Las decisiones de revisión de la norma se adoptan por consenso para salvaguardar la calidad y autenticidad de los aceites de oliva, armonizar las normas para favorecer el comercio internacional, prevenir prácticas fraudulentas y proteger al consumidor.
El cambio climático es uno de los mayores retos del sector. ¿Qué iniciativas está impulsando el COI para apoyar la adaptación de los olivares y garantizar la sostenibilidad futura?
El COI está impulsando distintas iniciativas para apoyar la adaptación del olivar al cambio climático y garantizar la sostenibilidad futura. En particular, trabaja en el desarrollo de una metodología internacional para calcular el balance de carbono en el olivar, con el fin de demostrar el papel de este cultivo como sumidero de carbono; mantiene y coordina una red internacional de bancos de germoplasma de olivo para conservar y poner a disposición de la comunidad científica y del sector los recursos genéticos del olivar; ha creado la Enciclopedia Mundial del Olivar y un catálogo interactivo de variedades, accesible en la página web del COI, que reúne información científica y técnica sobre la diversidad varietal; fomenta la cooperación técnica, la investigación y la transferencia de tecnología, incluyendo cursos especializados en el aprovechamiento de coproductos y en el uso eficiente de recursos como el agua; y promueve la formación de expertos y el intercambio de conocimientos entre los países miembros.
El COI desarrolla campañas de promoción en mercados clave como EE. UU. y China. ¿Cuál es la estrategia para aumentar el consumo en estos países y qué resultados están obteniendo?
Las campañas de promoción del COI tienen como objetivo principal fortalecer las relaciones con las instituciones y con el sector del país anfitrión, difundir las normas del COI, poner en valor la autenticidad del aceite de oliva y destacar sus beneficios para la salud. En los últimos años, el COI ha desarrollado campañas de promoción en EE.UU., China, Japón, Australia y, desde el año pasado, en Brasil. Las estrategias seguidas en estos países tienen peculiaridades propias:
En el contexto estadounidense, el aceite de oliva goza de un elevado nivel de reconocimiento y se encuentra integrado en las prácticas culturales de un amplio sector de la población. En consecuencia, las estrategias de comunicación dirigidas a este mercado se orientan a enfatizar sus propiedades saludables y su versatilidad culinaria, estableciendo una asociación directa con el estilo de vida mediterráneo. En este sentido, el COI ha impulsado iniciativas centradas en difundir los beneficios científicos del aceite de oliva de forma accesible al consumidor. En 2018 presentó la campaña “Olive Oil Promise” destinada a traducir hallazgos sobre salud en mensajes claros y útiles, facilitando el entendimiento de términos como 'extra virgen' o 'polifenoles'. La campaña “Add Some Life”, que se lanzó en 2011, tenía un propósito similar.
En cuanto a resultados debemos destacar que Estados Unidos ha experimentado una clara tendencia al alza en sus importaciones de aceite de oliva, consolidándose como el principal mercado no europeo. En la campaña 2018/19, las importaciones estadounidenses pasaron de aproximadamente 322.199 toneladas en 2017/18 a 356.183 toneladas, lo que supone un aumento del 10,5%. Las cifras muestran un aumento sostenido de las importaciones de aceite de oliva en el mercado estadounidense a lo largo de las últimas campañas.
La aproximación al mercado chino es diferente ya que el aceite de oliva no forma parte de la tradición culinaria local y, por ello, las campañas tienen que ir más orientadas a dar a conocer el producto, a prevenir el fraude, a explicar cómo integrarlo en la dieta cotidiana y a posicionarlo como un producto saludable, contemporáneo y dotado de prestigio. La estrategia del COI en este país se centra en establecer vínculos institucionales que ayuden a informar sobre las normas del COI y promover su aplicación. También se busca reforzar la infraestructura de control de calidad. Para ello, promueve la creación de laboratorios fisicoquímicos y paneles de cata reconocidos por el COI, con el fin de garantizar la autenticidad de los aceites, además de apoyar la aplicación de sus normas. Cabe destacar que, coincidiendo con el inicio de la campaña 2019/20, China importó 55.580 toneladas de aceite de oliva y de orujo de oliva, lo que representó un incremento del 13,5% respecto al año anterior. En términos generales, el consumo en este país ha pasado de 12.000 toneladas en la campaña 2008/09 a 57.500 toneladas en 2021/22.
La campaña 2024–2025 muestra un fuerte crecimiento en España, Grecia y Turquía, frente a una caída en Italia. ¿Cómo interpreta el COI este reequilibrio productivo y qué consecuencias tendrá en el comercio internacional?
La ola de calor del verano de 2022 afectó a los principales países productores de la región mediterránea. La producción cayo significativamente en la campaña 2022/23: España (-55%), Marruecos (-44%), Portugal (-39%), Italia (-27%), Túnez (-10%) o Argelia (-20%). Por otro lado, no hubo olas de calor que afectaran a los países de la zona oriental del Mediterráneo, como Grecia (+49%) o Turquía (+92%), donde la producción fue mayor. A nivel mundial, la caída estimada de la producción para la campaña 2022/2023 fue de alrededor del 19%. Curiosamente, la producción máxima jamás alcanzada se registró en la campaña anterior 2021/2022, con 3.416.000 toneladas. La campaña 2023/24 supuso también una caída del 6% respecto a la campaña 2022/23.
Los datos indican que nos enfrentamos a una situación compleja como consecuencia del cambio climático, de la que el COI es muy consciente. El sector está abordando estos retos mediante la instalación de nuevas plantaciones y la restauración de las ya existentes. El uso de nuevas plantaciones intensivas con altas densidades de árboles por hectárea también aumenta la producción. Asimismo, el sector olivarero está trabajando con injertos y procedimientos de riego más eficientes, mejorando su mecanización y dinamismo.
Los datos provisionales de la campaña 2024/25 apuntan a que España alcanzará una producción de 1.415.000 toneladas (+66%), Turquía de 505.000 t (+135%), Grecia de 248.000 t (+29%) e Italia de 250.000t (-24%).
En la campaña 2024/25, Turquía representó el 14% de la producción mundial, muy por encima de la media de las últimas diez campañas (8%, 261 000 t). En el caso de España, la cuota fue del 40%, frente al 41% de media (1 268 000 t). Italia alcanzó el 7%, casi tres puntos por debajo de su media (10%, 305 000 t), mientras que Grecia se situó también en el 7%, frente al 8% de media (261 000 t). Turquía registró así un máximo histórico de producción en 2024/25, con 505 000 t, tras haber alcanzado ya una cifra récord en 2022/23 (451 000 t), ambas muy superiores a su media de las últimas diez campañas (261 000 t). Estos datos ponen de relieve el potencial productivo de Turquía y la fuerte capacidad de crecimiento demostrada en las últimas campañas.
En el caso de Italia, al igual que en otros países, la evolución de la producción se ha visto afectada por el clima. Además, los olivos italianos están siendo particularmente castigados por la enfermedad Xylella fastidiosa. Italia es un país exportador que es deficitario y necesita importar aceite de oliva para mantener su oferta.
En cuanto al comercio internacional, España, Grecia, Italia y Turquía tendrían como principal socio común el mercado de Estados Unidos. Desde Italia, se importan principalmente en envases embotellados, por lo que España, Grecia y Turquía competirían por este mercado. La mayor producción de aceite de oliva hace bajar los precios en origen que se traslada al comercio exterior.
Desde la perspectiva del COI, ¿cuáles son las tres prioridades que marcarán el futuro del aceite de oliva en los próximos diez años?
El gran desafío al que nos enfrentamos es alimentar de una manera sostenible a una población global que aumenta de manera exponencial. Desde la perspectiva del COI, el futuro del aceite de oliva en los próximos diez años estará marcado por tres grandes prioridades que guiarán nuestras acciones: en primer lugar, la sostenibilidad ambiental y la adaptación al cambio climático, con iniciativas centradas en el balance de carbono, la gestión eficiente de los recursos naturales y el aprovechamiento de subproductos; en segundo lugar, la calidad, la autenticidad y la transparencia del producto, reforzando las normas comerciales internacionales, la investigación científica y la formación de expertos en cata y control de calidad; y, en tercer lugar, la promoción y el consumo responsable a escala global, apoyado en la difusión de las propiedades saludables del aceite de oliva, la valorización de su patrimonio cultural y gastronómico, y la apertura de nuevos mercados para garantizar un crecimiento equilibrado y sostenible del sector.