Pedro Barato. Presidente de la Organización Interprofesional del Aceite de Oliva Español
Como presidente de la Interprofesional del Aceite de Oliva Español, ¿qué tres decisiones adoptará este año para impulsar un crecimiento de mayor valor añadido y con qué KPI lo evaluará (precio medio, repetición de compra, preferencia de origen, etc.)?
Nuestra capacidad para operar sobre los mercados está limitada a nuestras acciones promocionales. Son la herramienta que el sector está empleando para incrementar la demanda y, sobre todo, buscar nuevos nichos de mercado que permitan dar mayor valor a nuestros Aceites de Oliva. Eso es particularmente importante en el caso del mercado español. Esa es la primera decisión, la de lanzar una nueva campaña de promoción que siga trabajando el segmento de la población en el que somos más débiles, el de los más jóvenes. Ya hemos puesto en marcha el proceso para esa nueva campaña, que tendrá una duración de tres años y que seguramente nos ayude en ampliar el perfil de nuestro consumidor, para ser mucho menos dependientes de los más mayores. Eso significa también hacer mayor hincapié en el aceite de oliva virgen extra como alimento aspiracional. Las otras dos decisiones implican a los otros grandes mercados de nuestro alimento en el mundo. Estamos ultimando sendas campañas de promoción, para seguir desarrollando el mercado de Estados Unidos, nuestro segundo cliente en el mundo (tras Italia) y para consolidar el mercado chino, que los expertos auguran como el más prometedor para los Aceites de Oliva de España a medio plazo. El KPI varía en función del mercado. En España se persigue la valorización del producto y una escalada en las ventas en pro de la calidad. En EEUU uno de los indicadores objetivo es el precio medio de venta de nuestras exportaciones, así como el volumen de ventas de producto envasado vs granel.
En un momento en que evidencia científica, calidad y gastronomía se cruzan, ¿cuáles son hoy sus prioridades en cada eje y qué resultados medibles espera en 2025–2026 (estudios, acciones, alcance, percepción y consumo)?
Los ámbitos en los que desarrollamos nuestra actividad, la promoción y el fomento de la innovación fundamentalmente, se caracterizan por requerir periodos relativamente largos para lograr resultados. La Interprofesional lleva trabajando tan sólo 17 años y los efectos de las acciones emprendidas en los mercados tardan años en manifestarse. Lo mismo podemos decir de los proyectos en el campo de la innovación. Ahora es cuando el sector se está beneficiando de las líneas que hemos promovido en este tiempo. Lo que sí estamos viendo es que las campañas volcadas en generar una imagen potente del producto-país están dando sus frutos y ese efecto será mayor en el futuro. De hecho, en Estados Unidos ya vendemos más aceites de oliva envasados que a granel, un claro indicativo de que el origen España gana enteros en el mercado norteamericano.
A propósito del simposio “Aceite de Oliva y Salud” en São Paulo —organizado por el OOWC y patrocinado por la Interprofesional—, ¿cuál fue el mensaje clave que trasladaron a los profesionales de salud y gastronomía?
Ante todo queríamos trasladar a los profesionales la realidad del sistema del control de calidad y seguridad alimentaria que aplica la Unión Europea. Brasil es un país muy sensibilizado con los problemas alimentarios, donde queríamos despejar cualquier dura. Pero más allá de seguridad alimentaria y la calidad, queríamos transmitir lo que los Aceites de Oliva de España pueden aportar al consumidor brasileño, tanto en términos de disfrute culinario como en los beneficios para la salud.
Sobre los envases rellenables en HORECA, ¿cree conveniente impulsar colaboraciones con CCAA y restauración (guías, formación, campañas) o no lo considera necesario?
Si optara por actuar, ¿qué grado de adopción realista ve factible en 2026? Por nuestra parte estamos recabando información para cuantificar la magnitud de un problema de incumplimiento de normativa que nos preocupa. Justo en estos momentos estamos iniciando una nueva ronda de contacto con las comunidades autónomas. Queremos conocer cómo están abordando en cada comunidad el problema y función de eso tomaremos decisiones. Pero consideramos fundamental que en los planes de control nacional se ponga el foco en la verificación del cumplimiento de la normativa vigente en materia de presentación de los aceites de oliva en las salas de la restauración.
Ha advertido del riesgo de que el aceite “se ponga demasiado barato”. Sin intervenir en precios, ¿sería útil activar un mecanismo de información y comunicación pública (informes periódicos, metodología transparente, mensajes coordinados con la Administración) para evitar alarmismo y estabilizar expectativas, o bastan los canales actuales?
La información ya existe. Hay pocos alimentos, o productos en general, en los que haya tanta transparencia en la generación del precio como en el aceite de oliva. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación publica cada mes un exhaustivo informe en el que podemos conocer qué se ha producido, dónde y cuándo, así como los flujos existentes entre almazaras y envasadoras. Incluso quién acopia y cuanta cantidad se almacena en cada momento. En un mercado tan transparente, no hay mucho espacio para eso que algunos llaman especulación. Nosotros somos de la opinión que la mejor forma de lograr precios justos es valorizando el producto y generando una demanda sólida y sostenida en el tiempo. Ese es el trabajo en que llevamos invertidos 17 años.
En un escenario de volatilidad de precios y menor producción, ¿cómo puede la Interprofesional contribuir —desde la información, la promoción y la comunicación— a equilibrar oferta y demanda sin interferir en la libre formación de precios?
Aquí no se trata de intervenir en los precios, se trata, como indicaba antes, de generar valor percibido por el consumidor. Durante mucho tiempo nos acostumbramos a que el consumidor comprara exclusivamente impulsado por el precio. Es cierto que era muy fiel al producto, pero de una forma muy básica. Cuando las cotizaciones subían, emigraba a otra grasa. Ahora queremos crear consumidores conscientes de su decisión de compra. Que llegue al producto por salud, porque busca sabores concretos, porque quiere experimentar, o incluso porque considera que este es un alimento de moda que distingue al que lo consumo o regala. Ese consumidor estará dispuesto a pagar un precio mayor por un alimento que es algo más que un básico de la cocina.
Tras la reciente actualización de la normativa sobre aceites vegetales, y dado que la Interprofesional no regula ni sanciona, ¿considera necesario ofrecer apoyos prácticos al sector (talleres, guías, materiales para retail y HORECA) para mejorar etiquetado, trazabilidad y confianza del consumidor, o entiende que esa tarea corresponde solo a la Administración? Si repasamos las decenas de campañas promocionales que hemos puesto en marcha en todo el mundo, veremos que la educación y la formación es una de las líneas que vertebran ese trabajo. Ahí tenemos como la campaña “¿Peeerdona?” que nació para informar a los consumidores y a los restauradores sobre la norma que regula la presentación de los aceites de oliva en las salas de HORECA. Campañas que, más allá de un spot impactante, contaban con actividades formativas tanto para profesionales como para consumidores. Otro ejemplo es el de iniciativa “Toda una Experiencia”. Fue la primera vez que se explotó a fondo el patrimonio varietal de nuestro olivar. El público supo, por primera vez, que no todos los aceites de oliva virgen extra son iguales, que había uno que era perfecto para la repostería o que ese picor y amargor típicos de los extras son un atributo positivo. Nuestra misión fundamental es educar sobre las características y usos los productos de la categoria.